La Asociación Cristiana de la Iglesia en el Hogar
Muchos hoy en día buscan una asociación cristiana más significativa. Algunos pertenecen a una iglesia tradicional, pero sienten que ya no pueden satisfacer sus necesidades espirituales. Otros son nuevos en el cristianismo, pero por varias razones no están interesados en unirse a una iglesia tradicional. Y algunos son sobrevivientes de sistemas religiosos abusivos y son reacios a unirse a otra organización religiosa. ¿Adónde pueden acudir personas como estas? La respuesta para muchos ha sido la iglesia en el hogar ¿Qué es la iglesia en el hogar? ¿Es algo bíblico?
¿Qué es la Iglesia en el hogar?
La palabra iglesia en el Nuevo Testamento es una traducción del término griego ecclesia, que significa asamblea. Se refiere al pueblo de Dios, no a un edificio. Una iglesia en el hogar es un grupo de personas, tal vez una docena o más, que se reúnen para practicar el cristianismo simple e informal en la casa de alguien. Juntos rezan, cantan, estudian la Biblia y comparten comidas. Debido a que estas personas se conocen bien, pueden compartir sus problemas y desafíos más íntimos. A medida que el grupo se desarrolla y crece, pueden necesitar dividirse en dos o más iglesias en el hogar, pero pueden encontrarse periódicamente como un grupo más grande.
Las iglesias o congregaciones en el hogar fueron la norma en el primer siglo del cristianismo (Ro 16:3-5, Col 4:15) La iglesia de hoy, dirigida por un pastor profesional y controlada por una junta, con su oficio de los domingos por la mañana y filas de gente en los bancos escuchando la predicación parecería poco atractiva para los primeros discípulos de Jesús. Ellos practicaron su fe en un ambiente más íntimo e informal.
La iglesia en el hogar debe diferenciarse de los grupos celulares. Los grupos celulares son la respuesta de la iglesia tradicional a la necesidad de una comunión más íntima y significativa. La iglesia principal organiza varios grupos (células) que se reúnen durante la semana en los hogares. Luego se reúnen todos juntos, normalmente los domingos, en el edificio más grande de la iglesia, para su tradicional oficio denominacional. La autoridad sigue estando en manos del pastor principal, que suele asignar los líderes de cada una de las células. La planificación se establece a menudo de forma centralizada y es difundida por los líderes de las células. Aunque hay un contacto más íntimo e informal entre los miembros, lo cual es beneficioso, normalmente hay poco espacio para la exploración de las Escrituras según la conciencia individual o para el desarrollo de los dones individuales del espíritu.
Por otro lado, en una iglesia en el hogar, el liderazgo no se observa tan claramente. El grupo es autónomo – no depende de ninguna autoridad gobernante excepto de Cristo, que es el cabeza de la congregación (Ef 5:23). Todos los miembros participan, ejerciendo sus dones particulares dados por Dios para la edificación de sus hermanos y hermanas (1 Cor 12:7). El objetivo es que las reuniones sean dirigidas por Cristo a través del espíritu de Dios, no controladas por detalladas agendas humanas (Mt 18:20, Gal 5:19-25).
Dado que el cuerpo tiene muchas partes, cada una con un propósito asignado por Dios, la iglesia en el hogar también tiene varios miembros, cada uno con dones dados por Dios para la edificación del cuerpo (1 Cor 12:14-28). A medida que el Espíritu Santo desarrolla dones en los individuos, estos dones serán reconocidos por los otros miembros. Algunos son buenos organizadores, otros son profesores con talento, otros son evangelistas por naturaleza, otros son excepcionalmente hospitalarios, etc. La clave es tener fe en que Jesús dirigirá su propia iglesia, y tener conocimiento de la actividad del espíritu de Dios (Ef 4:7-13).
¿Cómo es una reunión de la iglesia en el hogar? Eso dependerá del perfil de los miembros y de la evolución del grupo. Algunas iglesias se parecen mucho a un estudio bíblico formal. Después de la oración pidiendo la dirección de Dios, se lee un extracto de la Escritura y se discute por el grupo. Un moderador, una función que debe ser rotativa, coordinará la reunión. Otros grupos pueden tener un formato más libre, con varias canciones de alabanza y oraciones en grupo. La consideración y el estudio serán dinámicos, dependiendo de la dirección del espíritu y las necesidades del momento. Algunas iglesias son muy carismáticas, rezan por la sanación y ejercen dones proféticos (1 Cor 14:1). La mayoría de las iglesias en el hogar reservan algún tiempo para las comidas comunes y asociación (Hch 2:46).
Normalmente nos inclinamos por una iglesia en el hogar más acorde con nuestros antecedentes personales, pero no debemos juzgar a los que son diferentes (Lu 6:37). De hecho, visitar otras iglesias en el hogar puede ser educativo y edificante. Podemos descubrir de primera mano que el cuerpo de Cristo es diverso. Aprenderemos a ser más tolerantes con aquellos cuyos orígenes son diferentes a los nuestros.
Dinámica de grupo
Aunque la iglesia en el hogar es generalmente más gratificante en sentido espiritual que el servicio tradicional de la iglesia, tiene sus desafíos. ¡Esto no debería sorprender, considerando que hay personas involucradas! Un vistazo a la primera carta a los cristianos de Corinto muestra que la convivencia en congregación inevitablemente implica conflictos. Desafortunadamente, muchas iglesias en el hogar fracasan porque sus miembros no son conscientes de los beneficios de las habilidades básicas de resolución de conflictos practicadas con amor cristiano. El conocimiento de las fases de crecimiento del grupo y de los problemas que surgen en cada una de ellas puede ser muy útil para abordar problemáticas interpersonales. Un instrumento útil para comprender la dinámica de grupo es el modelo Formación-Turbulencia-Normativa-Ejecución (en inglés: Forming-Storming-Norming-Performing).1
Una nueva iglesia en el hogar se crea cuando un grupo de personas se comprometen a reunirse regularmente para la comunión cristiana en el hogar de alguien. Esta es la fase de formación. Los miembros se comportan de la mejor manera. Hay emoción en el aire cuando algo nuevo ha comenzado. Cada miembro está tratando de entender cuál es su papel. Normalmente no hay desacuerdos. Las cosas parecen ir bien, pero el grupo está interactuando sólo superficialmente.
Pronto surgirán cuestiones de liderazgo, programación, funciones u objetivos. Estamos entrando en la etapa de Turbulencia. ¿Quién moderará la reunión? ¿Quién proporcionará el lugar de reunión? ¿Quién enseñará? ¿Cuál será el tema de las reuniones? ¿En qué dirección vamos? Las luchas internas pueden ocurrir y ocurren y se forman alianzas. Pero que nadie se asuste; esto es natural y una señal de crecimiento. La clave es comunicarse clara y abiertamente con los demás (Mt 5:37). Un error común en esta etapa es ignorar los problemas para salvaguardar la “paz”. Esto sólo servirá para que resurjan más tarde, con más intensidad (Mt 5:23-24). Los problemas y cuestiones deben ser discutidos abiertamente si el grupo va a crecer más allá de la etapa de Turbulencia.
En la fase de Normativa, finalmente se asignan los roles y el grupo encuentra nueva energía. Los miembros saben qué esperar de cada uno de ellos y cada miembro sabe dónde puede contribuir mejor. Idealmente, los roles serán reconocidos como designados por el espíritu santo. Los ancianos, por ejemplo, serán aquellos que han desarrollado, bajo la dirección de Dios, las calificaciones bíblicas (Tito 1:5-9; 1 Tim 3:1-7). Los roles generalmente no son estáticos. Una persona puede estar calificada para enseñar sobre un tema, y otra sobre otro tema. La función de moderar el debate suele ser rotativo. Un miembro que ha hecho un buen progreso espiritual puede ser reconocido ahora por el grupo como capaz de desempeñar un papel para el que antes no estaba cualificado. Por otro lado, alguien que ha retrocedido espiritualmente ahora será visto como no calificado para un rol que antes cumplía. El punto importante es que estos diversos roles bíblicos son planteados por el espíritu de Dios y reconocidos por la iglesia. No son cargos formales, como los que ocupa el clero de una iglesia típica. La distribución de los roles que Jesús desea en su iglesia local trae estabilidad y solidez al grupo.
Si la iglesia en el hogar continúa progresando en el espíritu del amor cristiano, finalmente alcanzará una relación madura. Esta es la fase de Ejecución. Los miembros respetarán las aportaciones y dones de cada uno, y reconocerán y valorarán el papel de cada uno en la edificación de la iglesia. Habrá un alto nivel de compromiso y cuidado. La libertad cristiana y el amor basado en principios abundarán. Los miembros serán libres de establecer relaciones con personas ajenas al grupo, sin que este se sienta amenazado. Los problemas y asuntos serán claramente identificados y discutidos. Este cuerpo local de Cristo será un verdadero reflejo de la vida de Jesús en un mundo malvado, y un lugar de refugio para aquellos que buscan a Dios. El grupo buscará cada vez más oportunidades para representar a Jesús en la comunidad.
Sin embargo, al igual que un coche requiere un mantenimiento periódico, el grupo debe mantenerse sano y en funcionamiento. A medida que se incorporen nuevos miembros, que los antiguos se vayan o que el grupo asuma nuevas tareas, tenderá a volver a fases anteriores de desarrollo. Pueden volver a surgir preguntas sobre el liderazgo, agenda, roles o metas. No debemos desalentarnos cuando el grupo parece retroceder, sino reconocer esto como una dinámica normal. La experiencia nos enseñará que a través de un pastoreo amable y paciente, la iglesia en el hogar alcanzará de nuevo un buen nivel de relación madura y armoniosa.
Doctrina
Las iglesias en el hogar típicamente están compuestas por personas de diferentes tradiciones. Esta variedad ofrece una oportunidad para mejorar el aprendizaje y esto debe ser fomentado, pero también presenta desafíos. Algunos pueden estar muy convencidos de las enseñanzas que otros ven como opcionales, o incluso no bíblicas. ¿Cómo se puede lidiar con estas preguntas potencialmente desafiantes dentro de una iglesia en el hogar?
Normalmente hay tres preocupaciones que los cristianos tienen sobre la doctrina. La primera es la unidad, la segunda es la ortodoxia y la tercera es el mensaje. Muchos creen que es necesario un sistema doctrinal común para reducir las diferencias. Existe la preocupación de que, si no se toman precauciones, la iglesia en el hogar se alejará de la “ortodoxia” hacia la “herejía”. Relacionada con estas dos preocupaciones está la cuestión del mensaje: ¿Cómo puede una iglesia evangelizar si no tiene un evangelio común? Estas son preocupaciones válidas y nos ocuparemos de cada una de ellas.
En primer lugar, debe entenderse que la verdadera unidad se produce cuando los cristianos se aman profundamente y están centrados en Cristo, y no sólo porque hayan firmado una declaración doctrinal común (1 Cor 8:1-3, Fil 2:1-3, Efe 4:15). Jesús nos ordena que nos amemos los unos a los otros (Jn 13:34-35, Ro 13:8), pero desafortunadamente muchos cristianos gastan más tiempo y energía justificando su posición doctrinal o intentando convertir a otros a sus conceptos que obedeciéndole en este asunto. La mayoría de los problemas relacionados con la unidad desaparecerían si los cristianos practicaran más el amor dentro de sus asociaciones, se centraran más en Jesús y dedicaran menos tiempo a los debates teológicos (2 Tim 2:14).
¿Pero qué hay de la “ortodoxia”? ¿No deberían los cristianos esforzarse por una creencia “ortodoxa”?
“Ortodoxia” y “herejía” son conceptos relativos y son muy mal entendidos por la mayoría de los cristianos. La idea de que el cristianismo histórico tenía una posición doctrinal común y homogénea es un mito. Los eruditos ahora entienden que el cristianismo temprano tenía una rica y variada tradición. “Ortodoxo” llegó a referirse a los que tenían más poder, y “herejes” a los que se resistían a ellos.2 John Wycliffe, William Tyndale y John Huss fueron considerados herejes en su día (los dos últimos fueron quemados en la hoguera por la iglesia “Ortodoxa”), pero ahora son considerados santos. Debemos rechazar los términos “ortodoxo” y “hereje” por ser relativos, poco útiles y engañosos.
¿Quiere decir, entonces, que deberíamos adoptar el relativismo postmoderno? ¿Deberían las iglesias en los hogares ser un confuso mercado local de ideas, por absurdas que sean? ¡Claro que no! Se nos ordena adorar en espíritu y en verdad (Jn 4:24). Pablo advierte de aquellos que tratan de suprimir la verdad o que no obedecen a la verdad (Ro 1:18, 2:8). ¿Pero qué es exactamente esta verdad?
Muchos cristianos entienden “la verdad” como un sistema doctrinal. Sin embargo, note que Jesús afirmó ser el camino, la verdad y la vida (Jn 14:6). Estar “en la verdad” no significa adherirse a algún sistema teológico, sino que se refiere a estar unido a Cristo como discípulo. Él es el que se revela a nosotros a través del espíritu y la palabra de Dios, y a través de él llegamos a conocer al Padre y sus propósitos (Jn 14:7-11). El centro del cristianismo es Jesús, no un sistema teológico, supuestamente basado en las Escrituras. (Jn 5:39).
Lectura y consideración de las Escrituras
Por supuesto, Jesús y sus apóstoles nos dejaron un conjunto de enseñanzas en el Nuevo Testamento. Debemos estudiarlas y considerarlas con reverencia, usando una buena traducción de la Biblia, y pidiendo a Dios que ilumine nuestras mentes y corazones. Debemos tener cuidado de no imponer nuestras ideas sobre las Escrituras, sino permitir que las Escrituras nos hablen en su contexto original. Considerar el propósito del escritor y la probable comprensión del lector es mucho más productivo que elegir textos aislados que parecen apoyar nuestras ideas personales. Esta última práctica a menudo conduce a un mal entendimiento o incluso a una alteración de las Escrituras.
Otro principio útil es dividir las enseñanzas en esenciales y no esenciales. La doctrina esencial es la que es crucial para la salvación como la define la Escritura. Por ejemplo, la enseñanza de que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, es esencial y no negociable. (Mt 16:16, Hch 8:37). La creencia de que los cristianos están bajo la Ley de Moisés no lo es (Ro 6:14, Gal 5:18).
Otro buen principio es el de “dos o tres testigos” (Mt 18:16). Si dos o tres textos, considerados en su contexto, están de acuerdo entre sí, y no hay textos que los contradigan claramente, tenemos una base para suponer que la enseñanza es sólida. Sin embargo, si se encuentran contradicciones, podemos tener que suspender la creencia o rechazar la enseñanza.
Por último, es importante ver cómo los escritores del Nuevo Testamento interpretaron el Antiguo Testamento. Tenemos que seguir el mismo patrón. Por ejemplo, muchos textos que originalmente se aplicaban a Israel fueron reinterpretados para aplicarlos a los cristianos (véase Ex 19:6 y 1 Ped 2:9). El Antiguo Testamento apunta a Cristo y el Nuevo Testamento proclama que Él ha venido. En Jesús, todos los propósitos de Dios se han cumplido y esto debe tenerse en cuenta, especialmente cuando se lee el Antiguo Testamento.
El Evangelio
La enseñanza cristiana básica está vinculada al Evangelio ¿Qué les decimos a los que se interesan por Jesús? Debemos presentar un mensaje coherente. Si examinamos los casos de conversión en el Nuevo Testamento, reuniremos información importante sobre la enseñanza elemental y el Evangelio.
“De él [Jesús] dan testimonio todos los profetas, que todo el que cree en él recibe, por medio de su nombre, el perdón de los pecados” (Hch 10:43)
“Señores, ¿qué tengo que hacer para ser salvo? Cree en el Señor Jesús; así tú y tu familia serán salvos —le contestaron” (Hch 16:30-31)
“si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para ser justificado, pero con la boca se confiesa para ser salvo” (Ro 10:9-10; vea también Hch 2:36-39, 8:34-39)
A pesar de las acusaciones de algunos líderes religiosos, las buenas nuevas que salvan son simples y se centran en Jesús. No tienen nada que ver con complicados sistemas teológicos o especulaciones proféticas. Lo que fue suficiente para la salvación en el primer siglo es todavía suficiente para la salvación hoy en día. El mensaje cristiano no ha cambiado. Sugerir lo contrario es distorsionar las Escrituras con nuestro particular esquema de salvación. Al enfocarnos en la salvación a través de Jesucristo, como lo hacen las Escrituras, estaremos unidos en el mensaje cristiano esencial.
Por supuesto, hay mucha materia en la Biblia más allá de la salvación elemental. Hay detalles sobre el reino de Dios que Jesús proclamó ampliamente. Hay información sobre la condición de los muertos y la resurrección. Hay directrices prácticas sobre la vida cristiana diaria y la asociación. Hay muchas profecías de la Biblia que merecen un estudio diligente. La Biblia nos anima a “pedir por entendimiento” y “a buscar la sabiduría como se busca la plata y un tesoro escondido” (Pro. 2:3-4). Los cristianos deben tratar de progresar en su comprensión espiritual a través del estudio serio de la Biblia y la oración. Adquirir un conocimiento más profundo de Dios y sus propósitos equipa al cristiano para ser un mejor maestro, uno que “saca de su tesoro cosas nuevas y viejas” (Mt 13:52).
Sin embargo, siempre hay que tener cuidado. Si bien los cristianos deben buscar una comprensión más profunda de las Escrituras, no debemos insistir en que los demás adopten nuestra opinión particular como creencia esencial, por muy convencidos que estemos de su verdad. Nadie puede poner otro fundamento que el que ya está puesto: Jesucristo (1 Cor 3:11). Debemos tener en cuenta lo principal: en las cosas esenciales, la unidad; en las no esenciales, la libertad; en todas las cosas, el amor. Y las enseñanzas esenciales se centran en Jesús, nuestro Señor y Salvador: lo que hizo y sigue haciendo por nosotros, para la gloria de Dios Padre.
Resumen
Para aquellos que buscan una asociación cristiana más significativa, la iglesia en el hogar es una buena opción. Tiene sus desafíos, pero los beneficios superan con creces los costos. Ser parte de una iglesia en el hogar activa, guiada por el espíritu, es estar cerca del corazón de Jesús. Si no puede encontrar una cerca de usted, pídale a uno o dos amigos que vayan a su casa a comer y a estudiar la Biblia. Jesús promete estar allí (Mt 18:20). Ore para que le guíe. Oren por los demás y por los necesitados. Canten canciones de alabanza. Sean empáticos, pacientes y cariñosos mientras el grupo crece y madura (Fil 2:3). Estén unidos en lo que es bíblicamente esencial, pero permitan la libertad en lo no esencial (Ro 14:5). Experimenten la paz y la alegría de adorar a Dios en la verdadera libertad cristiana.
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Traducido al español por NMA.
NOTAS:
1 Este modelo fue propuesto por Bruce Tuckman en 1965 para su aplicación en la administración comercial.
2 Véase, por ejemplo, A History of Christianity [Historia del Cristianismo], Paul Johnson, Athenum, Nueva York, 1985, pág. 43.
Este artículo también se puede leer en Buscando la verdad bíblica.