Asociación y Práctica Cristiana

El Bautismo Cristiano

Hoy en día, la mayoría de los cristianos evangélicos practican el “bautismo por inmersión”. Por definición, esto es el acto de sumergir completamente en agua a un individuo como testimonio de su compromiso para vivir una vida cristiana. Generalmente lo realiza un ministro ordenado (o con autorización), y se acompaña por una declaración formal como: “En vista de su profesión de fe en Jesucristo, yo ahora le bautizo en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. ¿Cómo surgió esta tradición, y cuál es su base bíblica?

Tal vez piense que Juan el Bautista “inventó” el bautismo. Después de todo, el primer bautismo que se menciona en el Nuevo Testamento lo “hizo” Juan. ¿Le sorprendería saber que el bautismo se practicó 1.450 años antes de que naciera Juan?

La primera vez que aparece el “bautismo” en la Biblia (aunque la palabra misma no aparece) está en Levítico 8:6. Siguiendo las instrucciones de Dios, “Moisés hizo que se acercaran Aarón y sus hijos” a la entrada de la Tienda de reunión, “y los lavó con agua” (Levítico 8:4-6) La ocasión, por supuesto, fue la dedicación de Aarón al sacerdocio Levítico. Así vemos que el significado original y principal de bautismo es que el individuo bautizado es designado a servir a Dios como sacerdote.

(Por favor, note que, en el Nuevo Testamento, todos los cristianos – no solo los “ministros” – son designados para servir a Dios como sacerdotes. Vea, por ejemplo, 1 Pedro 2:5 y 1 Pedro 2:9. Por eso es apropiado que todos los cristianos – no solo los “ministros” – sean bautizados).

480 años después de Moisés, el rey de Israel Salomón construyó un magnífico templo en Jerusalén para sustituir a la vieja tienda de reunión donde Moisés había bautizado a Aarón y sus hijos. Uno de los elementos de ese templo fue un “mar” o “fuente” descrito en 2 Crónicas 4:2-6. Considerando sus dimensiones y su volumen diríamos que este objeto sería una piscina de buen tamaño. Nótese que 2 Crónicas 4:6 termina diciendo que “el mar era para que los sacerdotes se lavaran en él” (es decir, para ser “bautizados”). Así vemos que un verdadero acto de bautismo requiere una cantidad grande de agua (Los sacerdotes no “rociaban” ni “vertían” agua sobre sí mismos. La “fuente” tenía que ser bastante grande para que se pudiera sumergir en ella)

A lo largo del Antiguo Testamento, solo los sacerdotes fueron bautizados así, nunca el resto de la gente. Entre la escritura del último libro del Antiguo Testamento (Malaquías) y la llegada de Juan el Bautista (registrada en los Evangelios), el judaísmo se dividió en varias “denominaciones”. Uno de estos grupos, conocido como los Esenios son más famosos (hoy) por escribir los Rollos del Mar Muerto. Los esenios añadieron un nuevo concepto a la idea del bautismo del Antiguo Testamento: en la comunidad esenia todos los esenios se consideraban como “sacerdotes” y así cualquier individuo que se convertía en esenio era bautizado en una “mar” que construyeron en Qumran.

La relevancia de este hecho para la práctica del Nuevo Testamento se hace más evidente cuando tenemos en cuenta que Juan el Bautista fue probablemente un miembro de la comunidad esenia. Sin embargo, aunque los esenios reconocieron la idea de que “todo el pueblo de Dios son sacerdotes”, guardaron este conocimiento para sí mismos, bautizando a todos los esenios, pero no a nadie que no fuera esenio. Juan el Bautista llevó la práctica al siguiente paso lógico: él empezó a bautizar a todos los que venían a él arrepintiéndose de sus pecados y expresando su deseo de vivir para Dios (vea Marcos 1:4.5) Así comenzó a establecerse el principio neotestamentario del “sacerdocio de todos los creyentes” (formulado claramente por primera vez, casi 1.500 años más tarde por Martín Lutero).

Nótese que Juan, también necesitaba “mucha agua” (Juan 3:23) para hacer su bautismo – otra vez confirmando que el bautismo verdadero se hace por el procedimiento que hoy es llamado “inmersión”.

El hecho de que Jesús mismo fue bautizado por Juan ciertamente añade una nota de autentificación a las ideas de Juan en cuanto al significado y método del bautismo. Nótese, por ejemplo, la declaración de Jesús de que el propósito de su bautismo era “cumplir con toda justicia” (Mateo 3:15). Aunque no se afirma específicamente en las Escrituras, la mayoría de los cristianos evangélicos están de acuerdo en que otro significado del bautismo es que el individuo expresa un deseo de “identificarse” con Jesús haciendo lo que Jesús hizo, y por las mismas razones. Esta creencia se expresa normalmente con la afirmación de que fulano ha decidido “seguir al Señor en las aguas del bautismo”.

Nótese también, que Jesús fue bautizado por inmersión. No se puede encontrar otro sentido a la afirmación de Mateo 3:16 de que después de su bautismo Él “subió del agua”. (Sería imposible que Él subiera del agua a menos que primero hubiera bajado en ella).

Al final de su ministerio terrenal y justo antes de ascender al cielo, Jesús dio a sus discípulos la llamada “Gran Comisión” (Mateo 28:19-20), un mandamiento (¡no una sugerencia!) que incluía “bautizar” como una de las actividades que sus discípulos tenían que “observar”… “hasta el fin del mundo”. Por lo tanto, no habría excusa para que la iglesia cristiana decidiera que el bautismo ya no es relevante y debe ser descartado junto con otras prácticas culturalmente anticuadas como seguir las regulaciones dietéticas que Jesús específicamente declaró que ya no eran válidas (Hechos 10:9-16).

El libro de Hechos tiene muchas referencias al bautismo, que se combinan para recordar al lector que todos los cristianos deben ser bautizados (Hechos 2:38), ya sean hombres o mujeres (Hechos 8:12), blancos o negros (Hechos 8:36), ex perseguidores de la Iglesia (Hechos 9:18), gentiles (Hechos 10:47), o cónyuges, hijos o sirvientes de los creyentes (Hechos 16:31-33). Nótese que en todos estos casos el bautismo siguió casi inmediatamente después del arrepentimiento y la fe. Hoy en día es más probable que entre la profesión inicial de fe y su “exteriorización” en el bautismo intervenga un tiempo de enseñanza y preparación. Pero la Escritura no exige tal tiempo; en efecto, la Escritura parece indicar que tal tiempo debe ser lo más breve posible (Hechos 8:36).

Otros significados del bautismo cristiano se ven en los siguientes versículos de las cartas del apóstol Pablo:

Romanos 6:3-5. El bautismo representa la muerte de los creyentes (primero, al pecado; y segundo, al fin de esta vida presente), la sepultura (que confirma la muerte, y está simbolizada por la inmersión del candidato en el agua – al igual que sólo se dice que uno es “enterrado” cuando está completamente cubierto por la tierra), y la resurrección (primero a una vida de santidad, y segundo, cuando Jesús regresa).

Gálatas 3:26-27. El bautismo se asemeja a “revestirse” de Cristo, ya que el candidato (después de ser bautizado) naturalmente se quitará la ropa mojada y se pondrá ropa limpia y seca. (Ver también Colosenses 3:8-14). Nótese, también, que Gálatas 3:27 subraya la universalidad del cristianismo, que derriba todas las distinciones como las que existen entre judíos y gentiles, esclavos y libres, hombres y mujeres, etc. En el mundo actual, haríamos bien en reconocer que este versículo también significa la eliminación de distinciones como blanco y negro, rico y pobre, viejo y joven, “ciudad” y “campo”, “este” y “oeste”, “norte” y “sur”, “educado” e “indocto”, etc., etc., etc. El bautismo es para cualquiera que acepta a Jesús como Señor y Salvador.

Efesios 4:5. El hecho de que solo haya “un bautismo” anula la idea de que las congregaciones de una determinada denominación solo deben extender la comunión a aquellos que han sido bautizados según las tradiciones de esa denominación en particular. No importa en que “rama” de la iglesia usted se bautizó, una vez que se ha bautizado, está bautizado, y todas las iglesias cristianas le deben extender hermandad como compañero cristiano, independientemente de la denominación a la que pertenecía el ministro que le bautizó.

Tito 3:5. El bautismo no le “salva”, DIOS le salva, y lo hace en respuesta a su profesión de fe en Jesús (Romanos 10:9). Esto es lo que la Biblia quiere decir por el bautismo “del Espíritu Santo” (vea Mateo 3:11). El bautismo del agua es simplemente un testimonio de su salvación. Usted se salvó en el momento en que aceptó a Jesús como su Salvador.

Debe ser bautizado tan pronto como sea posible después de eso. Pero su salvación no depende de su bautismo, porque si fuera así, el ladrón en la cruz (Lucas 23:42) no se habría salvado, pues él nunca tuvo la oportunidad de ser bautizado. Por eso, si usted nunca tuvo la oportunidad de ser bautizado, será tan salvado como él. Pero si tiene la oportunidad, es necesario obedecer el mandamiento de Cristo y ser bautizado lo antes posible.

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Traducido al español por NMA. Este artículo también se puede leer en Buscando la verdad bíblica.

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