La Necesidad de Equilibrio
La desilusión y decepción que pueden sobrevenir debido a la falta de honestidad por parte de la Watchtower, ha hecho que muchas personas hayan adquirido una posición negativa con respecto a todo lo que pueda estar relacionado con religión. Pero no deja de sorprender el efecto que la decepción ha tenido en muchas personas que fueron testigos de Jehová.
Muchas de esas personas se declaran ahora ateas o agnósticas. Esa es una posición tan respetable como la de ser creyente, por supuesto, pues queda claro que cada uno debe obrar según lo que le dicte su propia conciencia. Sin embargo, lo que sorprende es ver la diferencia entre un ateo o agnóstico convencional y algunos ateos extestigos de Jehová. Y es que éstos a menudo contienden y se oponen con acritud y fuerte vehemencia a todo lo que tiene que ver con religión, contra el cristianismo, contra la Biblia y contra Dios mismo. Solo hay que obsevar lo que se escribe en foros de extestigos de todo el mundo y en todos los idiomas. Es como tener la sensación de que la Watchtower se ha convertido en una eficaz y metódica fábrica de ateos y agnósticos resentidos.
La pregunta que se impone es si tiene Dios la culpa de lo que ha hecho la Watchtower o de su mal ejemplo. Por otro lado, todos somos el resultado de nuestras decisiones. Si hubo un tiempo en que condicionamos nuestras vidas a las directrices de una organización religiosa es porque así lo creímos y estábamos convencidos de ello. Otra cosa es la manipulación ideológica de la que fuimos víctimas. No cabe duda de que la experiencia ha sido traumática. A veces se la ha comparado con una profunda decepción amorosa. Pero hay que superarse y es ahí donde el equilibrio entra en juego.
Aunque es verdad que en el nombre de la religión, de Dios y del cristianismo se han cometido horribles maldades, se olvida muy frecuentemente que la misma clase de fruto ha procedido también de otras ideologías totalitarias laicas o ateas como fue el caso del nazismo o el estalinismo. Lo que está mal, lo que representa un ataque a la dignidad humana y a su libertad, debe identificarse con sinceridad esté donde esté. Pero eso también debería llevar a una reconsideración inteligente e imparcial del hecho religioso en lugar de criticarlo por método, ciegamente o asumiendo fácilmente viejos prejuicios antireligiosos. Y es que como todo en esta vida, el equilibrio es absolutamente vital a la hora de investigar y contrastar información, si es que lo que se desea realmente es tomar buenas decisiones en la vida y progresar en conocimiento y sabiduría.
Después de una decepción, después del trauma, después de la rabia, hay que atemperarse, tranquilizarse y buscar la paz que el corazón necesita. Se puede comprender muy bien la reacción de muchas personas absolutamente frustradas por la decepción, pero otra cosa es la agresividad, la burla y el desprecio que algunos manifiestan por las creencias de otros. Hay que recordar que la libertad de expresión tiene sus limites y uno muy importante es el respeto a las creencias de otros. Ese es un principio que se tiene muy en cuenta en cualquier sociedad democrática de derecho. Una cosa es hacer preguntas sinceras y otra bien diferente es vejar o mancillar las creencias de otros.
Dios y la oferta de sentido que ofrece el cristianismo siempre han sido los mismos. Nada ha cambiado. El equilibrio puede hacer que haya una reconsideración seria de lo que eso significa y recuperar la fortaleza e incluso la fe. Si eso se logra, es casi seguro que no se necesitará ninguna clase de ayuda “profesional” de psicólogos u otros. Y es ahí donde se verá la diferencia entre sentirse solo como una víctima o sentirse como alguien realmente victorioso.