La Relación Padre / Hijo – Introducción

A lo largo de los años he oído a muchos cristianos expresar franca confusión acerca de la naturaleza de la relación entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Este estado de cosas parece inapropiado para los adoradores de un Dios que no retuvo nada de nosotros, ni siquiera a Su amado Hijo unigénito. Jesús oró: “Ahora bien, esto es vida eterna: que te conozcan a tí, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.” (Juan 17:3 NIV) Esta declaración de Jesús me sugiere a mí, que ni Dios ni Su Hijo deberían ser un misterio para Sus hijos.

Es posible que algunos de los asuntos que se tratan en este folleto, no se les haya ocurrido nunca a la mayoría de cristianos que se asocian con iglesias tradicionales o evangélicas. Pero son muy importantes para los Testigos de Jehová, y especialmente para los que dejan la organización Watchtower y que anhelan asociación cristiana intentando encontrarla en las principales iglesias cristianas.

Por casi veinte años, Ron Frye y yo hemos estado activamente envueltos en ayudar a las personas que están dejando la organización Watchtower a que lean la Biblia y confíen en que Dios les revele Su mensaje. Los animamos a que dejen que las Escrituras mismas reemplacen las enseñanzas de la misma estructura religiosa autoritaria sobre la que una vez confiaron para guía espiritual e interpretación bíblica. Ambos creemos también que los cristianos necesitan a otros cristianos, y animamos a los anteriores Testigos de Jehová a encontrar una comunidad de creyentes con los que puedan asociarse. Sin embargo, desafortunadamente también encuentran demasiado a menudo que cristianos que pertenecen a una amplia variedad de iglesias, son tan dogmáticos con respecto a doctrinas que no se enseñan directamente en las Escrituras y que tuvieron desarrollo en la Iglesia post apostólica, como lo son los dirigentes de la Watchtower con sus interpretaciones.

Para los Testigos de Jehová, quienes dan una gran importancia a la “enseñanza correcta” (su forma de ortodoxia), la doctrina de la Trinidad es un error. Eso no tendría mayor importancia si no fuera por el efecto que esa percepción tiene sobre los Testigos que dejan la Sociedad Watchtower, que se interesan sinceramente en buscar la verdad y que desean y necesitan asociación en una comunidad de cristianos, pero dudan porque creen que una comunidad de creyentes que acepta y enseña el error no puede tener la aprobación de Dios.

Su problema se les complica por las palabras y conducta de cristianos que hacen de la aceptación de la doctrina de la Trinidad una piedra de toque por la que se distingue a los “cristianos verdaderos” de los “miembros de sectas peligrosas.” Lo que resulta de eso es división. ¿Cuán importante es esa doctrina? ¿Cómo deberíamos considerar a las personas que rechazan ciertas doctrinas tradicionales porque no ven que tengan suficiente apoyo en las Escrituras?

Más importante todavía, ¿creémos que es posible que una persona tenga un sólido entendimiento bíblico de la naturaleza e identidad del Padre y del Hijo mientras que al mismo tiempo cuestione las palabras y el espíritu de credos tales como el Credo de Caledonia o el Credo Atanasiano? ¿Podemos aceptar como cristianos maduros a hermanos y hermanas que cuestionan doctrinas que se desarrollaron después de la muerte de los apóstoles?

Uno de los grandes hitos de la Reforma fue la idea de que los cristianos individuales podían leer la Biblia independientemente de los líderes de la iglesia y obtener la verdad revelada de parte de Dios. La creencia en este concepto, dio a los reformadores el coraje para cuestionar doctrinas y políticas de la Iglesia por mucho tiempo arraigadas. Mi liberación del dominio de una organización religiosa, vino como resultado directo de leer y confiar en la propia revelación de Dios a través de su Palabra escrita. Creo firmentente en que es la voluntad de Dios el recompensar a todo el que le busca con reverencia. Animo a todo cristiano a que llegue a ver por sí mismo lo que enseña la Biblia y la ponga por obra en su vida.

Durante veinte años he observado el amor profundo de mi amigo Ron Frye por la Palabra de Dios y doy testimonio del deseo que siempre ha tenido por obedecer su mensaje, aún a costa de un gran sacrificio personal. Como resultado de ello, ha desarrollado una estrecha relación personal con Dios, lo que es fácil de ver en su vida, conversación, escritos y enseñanza. A lo largo de los años, Ron y yo hemos discutido mucho sobre los asuntos que se consideran en este folleto. Todavía ahora, me sorprendo de lo mucho que eso ha estimulado mi mente.

Este folleto no pretende ser una consideración exhaustiva de este tema, pero animo a los cristianos de ambos lados del asunto, a que reexploren la relación que hay entre el Padre celestial y Su Hijo desde una perspectiva de conceptos e ideas expresados en vocabulario y expresiones de las Escrituras, más bien que a través de un estudio detallado de los idiomas bíblicos o terminología técnica.

La Biblia tiene mucho que decir acerca del asunto que tratamos ahora, pero quizá tengamos la impresión de que es extremadamente difícil o complicado y mejor dejarlo a los teólogos. Quizá pensemos que este tema ya está “agotado” y que no es necesario tratarlo más. Pero como cristianos, ¿no deberíamos asegurarnos de todas las cosas, leer por nosotros mismos la Palabra de Dios y dejar que nos convenza de su veracidad, solidez y valor de sus doctrinas cristianas básicas? (Hechos 17:11) Tenemos mucho que ganar y nada que temer al efectuar esa búsqueda. Creo firmemente que el mensaje básico de la Biblia y mucho, mucho más, puede entenderse por cualquier creyente sincero, porque Dios desempeñará un papel activo en conducirlo a un conocimiento profundo de Su identidad y el papel que tanto Él, como Su Hijo y el Espíritu Santo juegan en su salvación.

Sean cuales sean sus convicciones actuales acerca de este asunto, usted será desafiado por la información que aquí se presenta. Personas que vienen de una perspectiva no trinitaria se pueden sorprender de la fuerza y claridad del testimonio de las Escrituras acerca de la deidad de Cristo. Por otro lado, los trinitarios se pueden sorprender de la falta de apoyo bíblico de algunas creencias ampliamente extendidas acerca de la relación entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Prescindiendo de su punto de partida, cualquier estudio de la Palabra de Dios solo puede producir buenos resultados. Si surgen nuevos puntos de vista o perspectivas, le animo a que los explore con oración. Quizá usted pueda empezar a entender más claramente por qué “los del otro lado” del asunto creen lo que creen. En el fondo, la meta es derrumbar las barreras que dividen innecesariamente a los cristianos. Mi oración sería “que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el glorioso Padre, os dé Espíritu de sabiduría y revelación, para que así puedan conocerlo mejor.” Efesios 1:17 NIV

Thomas W. Cabeen, Abril, 1999.

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